Canson, el papel que voló
La familia Montgolfier ha pasado a la historia por haber inventado el globo aerostático en 1782, un logro que se atribuye a los hermanos Joseph-Michel y Jacques Étienne Montgolfier. Las reseñas históricas que dan cuenta del invento se refieren a ellos como inquietos hijos de un industrial papelero –dos de entre los 16 que tuvo– y aventuran, incluso, que sus juegos entre tanto papel tuvieron algo que ver en que luego descubrieran el poder del aire caliente para hacer volar objetos. Las reseñas sobre sus antepasados, sin embargo, son menos comunes, pero lo cierto es que merecen también un hueco en la historia. Porque fueron también Montgolfier los que, en 1557, se asentaron en el sudeste de Francia y montaron allí una fábrica de papel que ha pasado a la posteridad como una de las grandes marcas de excelencia francesas. De hecho, y esto une a varias generaciones Montgolfier, los primeros globos aerostáticos se fabricaron en esos molinos de papel. Los Montgolfier demostraron ser unos grandes innovadores industriales, decididos a modernizar el oficio, adaptar las técnicas ancestrales a las de la manufactura y, sobre todo, convertir en prioridad de su trabajo la calidad del papel. La gama de papeles de Canson, que comprende decenas de modelos, abarca las Bellas Artes, el ocio, la escuela, el dibujo técnico, el papel fotográfico y la reproducción digital. La papelera de la villa francesa de Vidalon se convirtió además en un laboratorio permanente de experimentación, tanto que la industria del papel evolucionó en gran medida gracias a sus invenciones. En 1798, Alexandrine de Montgolfier aportó como dote la manufactura de papel de su padre, reconocida como Manufactura Real desde 1784, a su matrimonio con Barthélémy Barou de la Lombardière de Canson. De ahí el nombre de la empresa tal como se la conoce hoy. Primero consiguieron reproducir las técnicas inglesas de pergamino, la vitela de Annonay, un papel liso y sin estrías; a continuación persiguieron la blancura, sustituyendo la maduración de las fibras de algodón, que las amarilleaba, por su trituración; más tarde emprendieron la industrialización y después inventaron el papel de calco, los papeles tintados de color, los rodillos aspiradores –que al aspirar el agua bajo la tela metálica, mejoran la deshumidificación y proporcionan más resistencia a la hoja en proceso de formación–, el encolado en masa, el papel continuo, el fotográfico, etcétera, etcétera. A lo largo de los siglos, los más grandes artistas y creadores han utilizado el papel Canson: Ingres, Delacroix, Van Gogh, Cézanne, Klee, Léger, Degas, Matisse, Picasso, Dalí o Warhol, entre otros. Por esta razón, en el año 2010, y con el deseo de estrechar su colaboración con los artistas, Canson creó el Fonds Canson pour l’Art et le Papier. A través de esta fundación, la marca emprende la labor de apoyar y promocionar a los artistas jóvenes que utilicen el papel como soporte principal de su obra. Con esta idea en mente se han creado dos premios que cada vez adquieren más notoriedad en el mundo del arte. La cuestión principal, ante la constante aparición de nuevas tecnologías en el mundo del arte, es si se seguirá usando el papel como soporte en el futuro – Catherine Barthe, Responsable del Fonds Canson opina que “A pesar de las nuevas tecnologías, el papel continúa y continuará jugando un rol único en el mundo del arte. En primer lugar, cualquiera que sea la técnica final usada por el artista, cada obra de arte comienza en un papel. El concepto, la primera idea, se realiza sobre papel. El estudio preliminar con frecuencia necesita del papel. El papel es el confidente del artista y lo acompaña en el bolsillo o en el estudio. En nuestro mundo, cada vez más dominado por lo virtual no nos movemos hacia un mundo sin papel. Nos movemos hacia una era en la que el papel se valora por su tacto y como la sustancia de la memoria”.